I
Dime una cosa mendigo, ¿cuándo volveremos a verte?
¿Cuándo terminarás con los paisajes distantes?
¿Cuándo tu noche será una fogata de amigos?
Tu incestuoso destino se acaba
Y la cruzada anti – planes ya cede.
Dime una cosa mendigo, ¿cuándo volverás realmente?
Si de quien eras recuerdo has sido borrado,
Si para cuando a la muerte evoques la huella rota te habrá ocultado.
Se vuelve vieja tu historia en
una agenda sin nombre,
Mendigo sucio y hambriento que a las mil cuadras has violado
Y que has hecho en el reniego tu domicilio acomodado.
¿Cuándo te asomarás por la ventana y su ángulo
Para saludar a tus palomas y a tus buitres come años?
Mendigo del disfraz desvanecido,
Pronto verano e invierno serán saqueados.
Dime una cosa pordiosero de las quemas eternas:
¿Si has de levantarte una mañana con el poder ancestral a cuestas
Sabremos que ha llegado el día en que
debemos escucharte?
II
Una moneda de aliento para alimentar el fin de mi exclusión
Les pido por favor señores y damas de moda en línea.
Solidaridad para/conmigo
ciudadanos, porciones de enjambre,
Un cobre que les sobre, una
comida, una ilusión.
Acabo de regresar de un mundo que en los mapas no existe,
Este es mi retorno glorioso y ustedes son mis anfitriones,
Así que mejor me escuchan y aceptan la nueva ley:
Hoy todos rinden tributo al mendigo que tanto duele.
Una moneda saquen de las rendijas
de sus telas
Personas sanas y fuertes que
asustadas me observan.
De una vez calmen el galope
Y estacionen sus compasiones sobre mi cuerpo delgado.
No hagan vista gorda de este maestro de caminos
Que quizás por mí algún día
serán salvados.
Sitúen sus oídos en mi predica de reclamos mundanos
Y regálenle un nuevo día al hombre que grita sus penas.
Yo soy el perdido, yo soy el
ladrón de suelos.
III
Yo sólo veo matices rojos cuando amanece
Y al atardecer todo se me
vuelve azul marino.
Yo sólo veo tempestad de asustadas migraciones
Cuando me detengo en un paseo urbano matutino.
Cuando duermo invento lo
multicoloreado,
Lo multivariado y lo
multirenovado.
Pero cuando uno más pobre que mis bolsillos me pide un oro
Todo lo huelo multimutilado,
Multiasesinado, multiasqueado.
Como digo, por la mañana sólo llevo rojos en los ojos,
Pero en la tarde, ya más tranquilo,
Me acuerdo de cielos, de océanos
Y acomodo voladores azules en mis binoculares.
IV
La noche absoluta de las olvidadas avenidas
Que se viste con su frac de negro impenetrable
Me vigila cada paso, no me quita la vista
De encima de mis hombros, de encima de mi mente.
Turbulencias extrañas percibo de ese callejón contuso
Y agacho la vista y finjo sorderas.
Cada metro que avanzo me aleja más de estos umbrales
Que conducen a mundos en donde el dolor es cierto,
En donde la flagelación entre
escombros se alza,
En donde se confunden tiempos.
Allá adentro es hace veinte
años.
Y en esa otra esquina es una era de espadas.
Los avisos comerciales y su iluminación de espectros espaciales,
Todo es lejos.
Una lata de sardinas repleta que flota en un tanque de desechos,
Me tiento.
La noche conduce siempre a un lugar seguro,
Al lugar de las luces apiladas,
Al entorno del Dios del Fuego.
El día se viene entre tanto acto escondido
Y entre tanto ser desconocido.
Y la situación no se somete
Porque en realidad la situación no existe.
Y ahora que es mañana
Sé que no puedo decirle hermana a esa umbría.
Tampoco puedo ponerme un par de lentes dorados
Para disfrazarme.
Menos aún me es posible satisfacer el hambre
Con estas plagas de mole.
Ni puedo raptar a un parque
para instaurarlo en mi noche.
Y todo el día camino, y todo el día no cedo.
V
Situaciones complejas esperan a las obreras en los hormigueros,
Pequeñas penitencias policiales y cobardes perdones militares.
Y los edificios gigantes arrancarán sus rocosos pies de la tierra
Para apisonar a las comunidades
Que en su camino habrán de
cruzarse.
Si las épocas fueran más cortas
los veredictos nos salvarían
Pero el tiempo es sólo un respiro para quien tendrá que juzgarnos.
Dime repugnante errabundo,
¿No te gustaría esta tarde ser otro?
Porque hoy tengo el poder primaveral de creación de creaciones:
Puedo hacerte un artista o un poeta o un señor;
Puedo hacerte un extraño o un amado o un salvador.
Si te estiras hasta estas nociones que me mueven prometo ayudarte,
Prometo darte la fuerza, prometo arrebatarte la pena.
Esta tarde podrías ser otro si tan sólo te vendieras.
Te juro que nadie lo sabría, te juro que sería eterno el secreto.
Están los bufones en las plazas esperando tus mandatos,
Te entregarían las riquezas, te extenderían los deleites.
Yo ostento ese dominio, yo poseo ese juego
Y hoy te ofrezco una vida y un techo y un nombre.
Si no aceptas esperaré el día
en que se te agoten los ojos.
VI
El álgido invierno grita asomando su voz entre las nubes
El dictamen ancestral de sus estacionales caprichos:
Las lluvias nos cubren, las nieves nos congelan,
Nos golpean los granizos y los vientos nos sacuden.
Las horas se retiran a través de las piernas de los ciudadanos
Que a sus casas vuelven en busca de alimento y cariño.
Una brisa helada que silba en exceso
Apura el respiro de un cansado zutano;
Un niño pequeño se arropa
Entre las subterráneas escaleras que son su refugio.
Los autos corren en la niebla, son un peligro para los rebaños
Y mi ruta es siempre la misma,
El rumbo que esquiva a los escarchados.
VII
Las cíclicas lluvias son siempre un comienzo ingenioso
Que irrumpe rasgando el espacio que se nos ha concedido,
Blandiéndose a tierra en un interminable redoble,
Indefinible, innumerable inicio de todo lo que de belleza algo tiene.
Es oxigeno y respiro que hacia lo alto lleva
Al león deshidratado que titubea,
Al ciervo que cansado ya no danza,
Al elefante que ha perdido sus poderes.
Verticalidad de mares, horizontalidad de bondades.
Las ventoleras te mecen, te amoldan
Y en el mar de tus gotas ondean sus nados.
Año a año esperamos la tristeza de los nubarrones
Para verte caer sobre nosotros,
Para robarte la vida.
VIII
¿Podré sacudirme esta vez de manera tal
Que no tenga que volver a limpiarme?
¿Podré alimentarme esta mañana tanto
Que no deba volver a abastecerme?
¿Podré beber de los ríos hasta hidratarme
Por los tiempos de los tiempos que nos restan?
¿Podré correr tan veloz que cuando me detenga sea otro?
¿Podré ser visto por tus días
Para que de una vez deje de gritar y gritarte?
¿Podré electrocutarme sobre un poste de luz
Hasta perder la monotonía?
Quién sabe si tal vez las flores y los jardines
Junto con lo que del mundo nos queda
No sean más que una esquela inventada
Por mi mente en eterno ensueño.
Quién sabe si tal vez yo nunca he nacido
O si reposo inconsciente;
Quién sabe si el mundo hoy pena
Y si todo esto no es más que mentiras;
Quién sabe cuál es mi nombre,
Quién sabe cómo suelo llamarme;
Quién sabe adónde pongo la vista,
Quién sabe si podrán rescatarme.
Los torbellinos negros juegan sobre mi techo,
Se comunican entre sí con sus ruidos terribles,
Confunden a mi casa hasta darle un rostro de templo,
Embrollan a mi psiquis e introducen en ella a mil títeres
Que se pasean y se destruyen, que se reproducen y mueren.
Mi techo es el cielo y mi casa
una nube.
Mi camino es de vida y mi meta la muerte.
IX
Saber en dónde están los monstruos que nos alejan
Es anhelo de galaxias, de razas, de pueblos.
Y escucharé decir que alguien más pone en ti su confianza.
Entre tanto, las flores de aceite seguirán reviviendo ahí
Al borde de las carreteras que me han visto pasar sin detenerme.
Sí, sé que algún día ya no las volveré a ver
Y que no serán ellas las que
habrán de marcharse.
Tú me dirás que me esperaste cien años
Y yo reiré entre las bromas de mis callejeos.
Las estatuas nada podrán decir a mi favor.
Las copas y los licores no podrán defenderme.
Estaré a mi merced, a los pies de mi carnal pergamino,
En medio de mi testamento terreno,
Ahogándome y rechazando un taxi.
¿Por cuántos niños y adultos que no fui habré de excusarme?
X
Libertad:
Tú no me dejaste ser flecha.
Pero yo igual vuelo.
Vuelo pensando en un halcón de ojos amarillos.
El sol.
El sol es la caldera en donde se incineran nuestros pecados,
La eterna alcancía de nuestras cojeras.
Un día se hará villano y explotará decidido sobre nuestras cabezas.
El halcón vuela y observa,
El paisaje lo tranquiliza,
Pero su muerte se acerca, ya camina en la cornisa.
Morirá de hambre y se hará polvo entre su brisa
Porque es incapaz de sembrar el miedo,
De robar vidas o de asimilar su destino pendenciero.
El halcón es halcón pero tiene alma de conejo.
Las ratas y culebras lo miran sorprendidas,
No comprenden su karma, su valor las aterroriza,
Porque él podría ser su fusilero,
Debería ser el extirpador de sonrisas.
Pero el ave sólo vuela y observa.
Un grupo de roedores pretende hacerle un homenaje
Pero el halcón de ojos amarillos se aleja en dirección al sol.
Puede que la libertad nada más sea un concepto mal hecho,
Un paraíso utópico, un halcón con alma de conejo.
Veneno
Sabroso
Doloroso.
XI
"Los rayos del sol alcanzarán para todos,
Al menos durante los próximos cincuenta años",
Ha dicho mi dictador, dormitando y a medias
Entre mis cavernas, horripilantes y transpersonales vericuetos.
Escarbando en los parques de utilería,
Rasgando nebulosas cortinas y nebulosas usuras,
Robando a cada uno de mis seres a cada paso de mis años,
Transpirando en esta atmósfera cortada mis papeles picados,
Creo ir acercándome al castillo de las gárgolas
Que rocosas y atentas propician con sus garras
Un fin entre los fines que pasaron y los otros que vendrán.
La polución comenzó siendo una obra de arte,
Ahora es la metáfora más acabada del fin del mundo,
La manifestación endemoniada que se hace presente.
Porque un día las ciudades no pasarán de ser oxidadas tuberías,
Porque un día los países serán hambrientos recolectores,
Porque un día los tratados serán escupidos a la cara,
A menos que alguien antes derribe las murallas
Y construya una escalera de pan dulce.
Cada mañana me arranco pedazos de máquina,
Pero cada mañana eso más me duele.
Mis terminales nerviosas son violentamente invadidas
Durante las noches cuando se apagan mis ingenuas fantasías
De épocas remotas que tan sólo quizá existieron,
De tiempos perfectos, imperfecta armonía.
Cada mañana soy un poco más androide,
Por tanto desde hace un año y medio ya casi no como.
Un día todos seremos robóticas funciones
Y nos cambiaran el alma por una pesada batería,
A menos que se concreten mis ingenuas fantasías.
XII
Invítenme a entrar ahora que si no me congelo y me pasmo
En medio de tanto cable de cobre enredado
Y de tanta fibra óptica vencida.
Invítenme a entrar ahora a esa protectora carpa de colores gitanos
Que si no me retorceré hasta la división que al alma fractura.
Están cercanos los astros ficticios
Que revolotean el mundo sin nombre
Por lo que si no entro a prisa aplastado yaceré esta mañana.
Acéptenme sin evaluaciones tempranas y sin tentación de prejuicios,
Arránquenme de este césped remoto y de esta razón regresiva.
Estrecho entre mis brazos a cuanto ser por la hiedra se asoma,
Insectos, animales y humanos que en pos de tratados se acercan,
Para invitarlos a insultarme y estucarme en cera,
En cemento, en penas
Y en mandatos monstruosos que emergen, que brotan.
Sáquenme de este nido de otros, de esta canción de placeres,
Que si no me auxilian a tiempo me haré el líder de bestias.
Aprovechen que mi gruesa oferta
es una virtual expansión,
Una rectificación de sequedades, un concurso, un anhelo.
Interceptaré en el mapa de visiones
Al santo barrio de artilugios poéticos;
Captaré al brebaje maestro
De los estados físicos y espirituales;
Reanimaré a calaveras sin alias,
Desparramaré a las uvas jugosas;
Hipnotizaré a las guerras de años
Y a las nuevas batallas que truenan;
Cambiaré mis apelativos
Y mis apellidos y mi paso;
Detendré al cronómetro de estresante futuro
Que nos malgasta y nos vence;
Aceitaré a la manivela de músicas
De funciones de títeres;
Jugaré con ángeles infantes
Para empapar con su luz mi mente.
Porque seguiremos desnudos
Por los tiempos de los tiempos que nos sobran;
Porque este, aunque ya se ha dicho, es un globo sin memoria;
Porque aunque yo soy un no ciudadano me insto hoy de patriota;
Porque el día en que fui desterrado
Me olvido para propiciar mi retorno;
Porque ya no hay suelos de cuestas ni subterráneos que crujen.
Sin reflexión ni certeza que no
sea sabor o equilibrio
Me presento hoy ante el cielo y ante su prototipo marino.
No quiero sanar a nadie si no se eleva y vuela.
Porque basura es quien le dijo asesina
A la pluma que hoy por mí
expresa.
No quiero apretones de manos que transan,
No quiero amigo en espera.
Porque si quererte es pedir y exigir de tu ser un tratado que calme
Prefiero llamarme hoy vacío de cuanto cariño pueda hacerme
Antes que ser un corsario ladrón de lo que no me pertenece.
Porque hoy digo que soplo, porque hoy busco la llave
Que abre la puerta maltrecha de sus habitaciones, de sus casas.
Déjenme entrar en sus paseos y en sus fiestas y en sus rincones.
Muere el mendigo sin nada, muere el pobre de gentes.
XIII
Tengo mundos y cuentos en mi mente habitando,
Un expediente secreto de saludos e idiomas,
Un valle verde que rebosa de nuevas prioridades,
Una tempestad añorada que de pronto aparece.
Por sí mismas se aman las gamas de partituras
Que fabrican infancias de
eternas aventuras.
¿Podría llegar a ser mi vida ese auténtico canto?
¿Quién conoce las fábricas de las
loterías?
¿A modo de qué se me han otorgado de la ley los máximos rigores?
¿Quién saboteo a mis seis años mi golpe de estado al futuro?
Ese día quería cambiar todas nuestras realidades.
Ese día quería darle vuelta al orden y hacerlo desorden.
Vivir el revés y hacerlo el derecho.
Con sutileza agradecer a los represores
Y mandarlos a otro sitio.
XIV
Al final siempre lo mismo:
Cada año paso un día rondando sigiloso a esta residencia castaña
Y cada año que paso yo paso y te veo.
Cada año que se juega hasta estas fechas de trombas y fríos
Me ve llegar entre la niebla de estos pasadizos vacíos
Y me ve asomar las narices por
las grietas de tu fortaleza
Sin permitirme ser visto bajo la luna y su descenso.
Y luego me marcho apurado a mis mañanas y a mis tardes,
A mis días repletos, a mis tareas, a mis misterios personales.
Y ahí me quedo otro año entre calabozos y dragones,
Entre presidios y liberaciones,
Entre dispersión e inmolaciones.
Y las veinticinco veces que te he visto al rondar tu castaña vivienda
Se hacen llamar esta noche veinticinco placeres,
25 años, 25 desbordes de mares
y lagos, de ríos y estanques.
Y veinticinco veces tus ojos son ya 50 amores y 50 muertes.
Mendigando estuve lo que sobró de los 25 días de verte.
Así han estado las cosas,
Mucho repertorio sin público, mucho solitario misterio.
Aunque a veces,
Cuando imagino al mundo por la mañana al acostarme,
Se me viene encima un nombre y una situación y un juego:
Creo tierras, creo tiempos, creo climas, creo caras.
Cuando imagino al mundo en lo espacial de una almohada
Nada sobra, todo extiende, todo clama, todo hola.
Cuando nace el señor de inciensos que
acerca vapores al techo.
Cuando al mundo imagino entre tu piel morena, tu almíbar,
Todo es forma y torrente, todo es montaña con cráter que quema.
Y me voy por aquel camino de
sueño de excelsos jardines
Hasta el centro de tu
bosque de chocolate y galleta.
Hasta tus senos y tus muslos
que invitan, que inventan.
Mas, cuando imagino infiernos al anochecer, al levantarme,
El piso frío que bajo mis pies
ondula me descompone,
Me emborracha, me empuja, me bota.
Y creo que todo es saber sin hacer, nacer sin cambiar nada.
Qué pasó con la inocencia celeste que plantó selvas tras mis pisadas.
Qué pasó con el poder de planetas, qué pasó con las lactancias.
Están cercanos los días de tierra de hoja sobre nuestros cuerpos.
Están cercanos los llantos, los degollares, los robos.
Robos de miradas, robos de sueños.
Y cuando imagino paraísos al atardecer, al olvidarme,
Secuestro sus voces y las salvo
de estos agravios
Para cobijarlas en mis neuronas que son de mí conciencia una parte,
Para invitarlas muy hondo, para brindarles al ser
Que se expone desnudo en el desvelo invernal.
Son todas ellas enteras, completas, cabales.
Esos son los momentos, esos son los brotares
Que vienen de acá para allá y de los cuales me empapo
Mientras dure esta suerte,
Mientras me nombre con pena.
XV
¡Ahí va!: circularidad.
Esto es lo último que escribo en esta vida,
ya no habrá más nada con este nombre: Espejo Retrovisor, saltarás molido en mil
pedazos.
¿Qué fue del campo sombrío y de la caminata desnuda sobre las brazas? ¿Qué
fue de aquel niño mágico, hijo de un viejo milenario, que navegó hasta ver en
su propio espejo a un anciano de doscientos años?
Hace miles de estaciones nacimos sin saber
palabra alguna, sin sonido sobre las miradas, sin idioma segregante, sin
ciudad, sin ropajes, sin vergüenzas, sin
condena.
Las cosas que estaban separadas se
atrajeron y se acoplaron suavemente, se armaron dichosas en un clima de fábula,
elevando devota su esencia aventurera. El rompe cabezas formó continentes, las
manos se estrecharon como cerrojos y los seres humanos se hicieron humanos en
un comienzo, construyendo sobre su primer pecado el redondo placer de ser
quienes Él les pidió que fueran. Los polos opuestos no se divisaban aún, nada
impedía la simpatía entre los imanes. En un principio todo remaba hacía el
mismo norte, y aunque norte no había todo era perfecto.
El niño subió la incandescente montaña
escarbando en el clamor de la gente que le pedía y le gritaba que acabara con
su heroica tontera.
El niño subió y subió trepando por un hilo
que no significó nada para la multitud entumecida.
Pero a él no le importó sufrir el látigo
del castigo ajeno e hizo lo que hasta aquel día nadie jamás había hecho.
Cargó en su espalda los errores de un
millón y muchos más, sintió agonizante en su cuerpo la penitencia de la finita
familia, dio su vida y su muerte por la vida de otros que antaño fueron la
existencia misma, la evocación eterna y la promesa patrimonial.
Mas, a nadie le importó, todos renegaron de
su elocuente victoria, le dieron un símbolo de madera, un libro, un templo, una
religión conveniente-rígida-fluctuante y una canción, pero lejos de todo cambió
la perversión se ocultó bajo las iris y se hizo la indiferencia total al más
extraordinario regalo.
Dicen que algún día volverá caminado desde
la montaña, alumbrando excelso a este cosmos mutilado para ofrecernos
nuevamente reescribir nuestras vidas y salvarnos de esta caída al vacío en que
se ha convertido nuestra raza.
La siembra brota a diario, a cada segundo,
totalmente. Los nidos se destruyen y se construyen y se destruyen y se
construyen. Los recién nacidos lloran y lloran y mueren longevos en los
altares. Las religiones aletargadas pescan en cada esquina súbditos con sus
cebos de metales nobles, con sus limitantes mandatos de promesas de infiernos.
Yo escucho un canto de liberación detrás
del secreto bi–milenario de nuestra declive. Escucho también rugir a un conquistador
que de las cavernas heladas de una montaña oriental saldrá
decidido a retomar
la victoria no
reconocida, cegando al iluso y al maligno/desalmado con sus rayos de luz
infinitos/colores.
Hoy es 25 de diciembre, el día del inicio
determinante, hoy se rinde homenaje al peregrino, hoy se le honra, mas, hoy
todo sigue siendo incierto. Las tiendas del centro de la ciudad se han
emperifollado y se han revestido hasta las tripas. ¡Vamos nenes, ríndanle culto
a la mentira! ¡Pidan lo que quieran, hoy el mundo es suyo!
Y el niño aún sube rasgando sus manos de
creación transcultural con los riscos filosos que un señor demonio le enclavó
en su camino. El incesante brotar de una sangre hecha vino continúa por los
siglos de los siglos que nos vieron equivocarnos compulsiva–mente, continua una
corona de clavos industriales penetrando la frente de ese infante que creció
sabiendo su cruel destino.
¿Qué te hizo aceptar a las profecías señor
de cabellos espaciales? ¿Qué te hizo acceder a salvarnos si sabías que nada más
te devolveríamos la otra bofetada? ¿Por qué lo hiciste amigo mío, qué fue lo
que en nosotros viste? ¡Por favor, dime! ¿Qué fue eso que viste y que yo no
acabo de darme cuenta? ¿No somos nosotros acaso el reptil derrotado que se
aburrió de sembrar la desdicha?
Y ahora, ahora que una realidad completa
llega a su fin, ahora que estoy recubierto con dos mil capas de estaño furioso,
ahora que simplemente por mí mismo no puedo hacer nada, ¿por qué ahora aún te
empeñas en sostenerme?
La majestuosidad fosforescente de un
campanario gigante esculpido a mano abre sus portales de toneladas para saludar al milagro de la
humildad humana que se predijo y se hizo hace siglos perdidos entre
descubrimientos y vulneraciones.
El castillo respira agotado e invita a los
elegidos a entrar por su ceñido milagro para cantar y alabar, para reír y
llorar, para arrepentirse y sentirse libres gozando la paz de este paraíso
terrenal, de este Vaticano en donde danzan desgajadas con puñales las páginas
deterioradas de nuestra historia Cristiana.
Y ahí está parado sobre una aureola de
diamantes el pitoniso flotante, el sacro patriarca revestido de oros mundanos y
corrompidos, elevando una súplica desesperada que salve a los cientos de miles
que mueren de hambre cada día, cada amanecer, cada hora, cada segundo, sin
parar...
Y la corona de zafiros y rubíes que sobre
su cráneo reposa mira satisfecha y maliciosa a esas otras que ocultas merodean,
guiñándoles el ojo, riendo de placer,
por haber conseguido aplastar a la esperanza en la cepa misma de la
celestialidad bíblica.
Por el Espejo Retrovisor se aprecian las
infinitas guerras, se aprecia a cada uno de los defensores territoriales que
pelearon con furia, que atacaron rapaces, que cortaron el fuego con el dolor de
la espada.
Y se aprecia también al manto negro de
otras contiendas, y se aprecian las excomulgaciones, y las brujas quemadas, y
los magos torturados, y se aprecian violaciones y mentiras y engaños...
Santa cruzada que extirpaste el núcleo
sagrado del pacto de amor eterno: arrepiéntete. Monjes profanos que engañaron a
su creador blandiendo entre los dientes a la daga maligna: arrepiéntase. Mundo
Cristiano, ya no hay más: arrepiéntase.
Y tú que ahora escribes creyendo estar
libre de todo esto que suda entre tus dedos, tú que eres
casi nada en este espacio inacabable de imágenes pegadas al muro
universal, tú, que soy yo aunque me cueste admitirlo, tú que eres ese mismo que
renegó tres veces de su propia salvación, tú que vendiste tu alma por unas
míseras monedas, tú que yaces colgado en la rama de un árbol, tú que das
lástima, tú que das pena, tú que a diario me engañas, tú que a diario me
corrompes, a ti y más que a nadie te pido: arrepiéntete antes de tu definitivo fracaso.
Por el Espejo Retrovisor se logra ver todo,
si por él nos atrevemos a observar no nos salvaremos de nada, porque más que un espejo es el pergamino mismo, el
veredicto arrasado, la sentencia no cumplida.
La lluvia de estrellas se ofrece a nuestros
ojos de vez en cuando, pasando y perdiéndose de un segundo a otro, tan veloz
que cuando pretendemos verla ya se ha ido, llorando silenciosamente por un
deseo incumplido que hace de nuestra visión enmascarada una postergada
respuesta.
Pero ahora diré otra cosa, porque, ¿qué más
da todo esto si en este segundo te quiero? Ese es un buen paso si es que quiero
sustentarme. Llovizna tenue sobre mi pensar tu imagen de música y de aliento,
tus pies me cargan y no me permiten caer, tu voz me rodea completo tan sólo con
uno de tus recuerdos y yo pienso optimista que en realidad no está todo
perdido.
Hoy te prometí terminar este enjambre de
palabras, pero cuando lo hice jamás pensé en el duelo cósmico que me arrasaría.
Porque creo que me falta mucho por decir,
porque creo que no es suficiente repetir lo
ya visto, porque creo que el
futuro es más que progresar en los años, porque creo que la conmutación es
continua pero no por eso perfecta, porque creo que todo esto lo viví sólo en un
día, porque no sé muy bien que tonalidad me tocará mañana.
Y la resaca a cuestas me pide un respiro
intentando alejarme de aquella montaña sagrada. Me pide que camine y que siga
mi rumbo, me pide que olvide y que vitrifique mi ruego...
Pero que más da si ahora te quiero, es lo
que a cada segundo me repito. Todo podría morir de un momento a otro pero este
sólo sentimiento me alejaría con una sonrisa y contigo en mi mente
escuchándote, oliéndote, observándote, sintiéndote. Por eso, que más da todo
esto si te tengo presente.
Una aureola de humo flotante esparcida
deforme sobre el ambiente sumergido me eleva con ella y me transporta a otro
mundo en donde la vida no tiene nombre, porque la muerte no tiene sentido.
Y ahí estoy yo y ahí me veo, caminando
brillante sobre una nube plateada, buscándote tranquilo porque sé que me esperas,
sabiendo que en tu mente hay algo más que un anillo.
Y dime tú: cuando el miedo se acabe
¿podremos encontrarnos? ¿Hay algo más que deseo detrás de estas millones de pieles? ¿Hay algo más que un plan
seguro atrás de nuestros designios?
Revolotean frente a nosotros los
incontables rumbos. Hacer de uno de ellos nuestro destino es tan incierto como
saber si esta aureola de humo que me eleva y me sumerge en este espacio
inflamado y obscuro realmente es un ente sin valor ni vida o es en sí la
lectura de un futuro imposible.
Pero que más da si todo esto es una
historia no escrita, que más da si ahora tengo que irme sigiloso y desnudo por
los rieles discontinuos del mañana, que más da si ahora tú duermes, que más da
si la conciencia no atina a despertar en mí siquiera por un segundo, para
llamarme humano, para no definirme vencido.
Y el pequeño acuario vacío me invita al
encierro, me dice que es preferible desvincularse antes que arriesgarse en
cuerpo y alma. Esa pared pequeña de vidrios engañosamente transparentes me
empuja a la amnesia, transmitiéndome su abúlica hidalguía, su espesura
artificial marina.
No importa, él sabe que jamás me gustó la
derrota, sabe que mi nado transgredirá inevitablemente su nimia oferta...
Hoy miro mi mano y ella ya está en la
próxima puerta, hoy miro a mis ojos y ellos se adelantan enclavándose en la
fronda de una selva aún no creada, miro mi mente a través de sus veloces
pensamientos y ella confía, como confía la predicción primera.
Aún así, ¡qué más da! Espejo Retrovisor,
saltarás molido en mil pedazos. Porque ni siquiera eres poesía, porque ni
siquiera eres música, no eres enardecimiento ni reflexión certera. Nada más
eres un extendido razonamiento desnivelado que busca su meseta en el inocente
reclamo que fue aceptado.
Espejo pasado, no sigas espetando el inicio
de antaño a los nuevos años, más bien deja tranquilo a este cielo y a este mar,
suelta la cuerda que te ata a las celdas.
Las
estrellas se alejan cada noche más,
Pues presienten la explosión del planeta rojo
Y temen las alcance un espasmo de odio
Que endurezca su origen atenuando su
brillo.
Las
estrellas se despiden haciéndonos llegar su pésame
Que aunque suene irónico es muy sincero.
Nosotros sufrimos a sollozos nuestro
futuro,
Porque nos sabemos sin estrellas tras esa atmósfera de humo.
Es posible que sea el vaticinio de la
derrota de un mundo de mil problemas que nos amenaza hora tras hora con la
desesperanza de que ellas no vuelvan.
Y así sigo, desvariando entre zancadillas
como en un comienzo... Pero, como dijo el delincuente: no me arrepiento.
Pero ¡así sigo! Burlándome incansable de mí
mismo y de todos. Y pensar que es tan fácil escribir una buena poesía, y pensar
que es tan fácil hacer rimar las cosas, y pensar que hay gente que vive de eso,
y pensar que yo estoy cesante y que muero de hambre...
Los culpables son estos malditos principios
marcianos, esta moral de satélite transpuesto que al engaño me niega... ¿Por
qué no nací en el mundo de Oz? ¿Por qué soy el único que logra ver el peligro?
Y estos malditos zancudos que me exprimen gota a gota, y esa luciérnaga que
sigue mirando desde el techo, como hace años, como cuando todo fue escrito...
¡Hay, amigos míos! Apilen en sus bolsos
alimentos no perecibles porque el maremoto se viene feroz. ¿Sabían ustedes que
la escurridiza culebra genética nos reventará y renegará de nosotros, sus
probetas?
¡Hay, hermanos míos! Junten agua en
botellas plásticas y en tambores de aceite porque el terremoto y el volcán se
vienen terribles. Tendremos que vivir, como se predijo y se predijo, bajo miles
de toneladas de tierra.
Creo que estas últimas páginas son una
buena forma de terminar la relación profana que me he atrevido a establecer
conmigo mismo.
No hay nada mejor que irse amenazando y
riendo, golpeando sobresaltado, ufanándose sobre la víctima.
El único problema es esta ironía siempre
presente y aún más doliente de que sólo yo he leído y leeré este manicomio
ambulante. Como dije antes: triste vida que me trastornas y me quieres
convertir en ruin infame: soy el único dueño de este feudo.
En todo caso, ya nada se puede hacer para
que esta inmolación manuscrita tome la forma de un dulce hobby. La evaluación
ya fue hecha, no queda más que tomar una posición decidida con lo que viene: Yo
reniego de todo esto. Yo no fui el que creó todas estas espinas. Yo no me
responsabilizo de las depresiones, de los trastornos psicológicos y para/psicológicos, de los
cabezazos contra los árboles o de cualquier otro tipo de daño generado por la
lectura de esto que ya explota. Y eso que nunca les conté de los monstruos que
por las noches me visitan...
Yo
podría seguir con las incoherencias durante horas.
Yo podría seguir con las indiferencias
durante horas.
Yo podría seguir con las inconsistencias
durante horas.
Mas, ya todo está derecho y compaginado.
Nada fue escrito al azar.
Nada es en vano.
Nadie se salva.
Ni siquiera se salvan melones y
sandías.
Yo no disculpo ni a los débiles mentales.
Cuanta chuecura. Cuanta diablura.
Porque sólo la habitación es cuadrada.
Y la capa del vampiro me acompaña.
Y eso último es muy cierto.
También me acompaña el libro de
invocaciones y conjuros.
Porque sólo yo soy capaz de protegerme.
Porque cada vez que me levanto vuelvo a
tropezar con el mismo ripio.
Éjale. Uíjale.
No conviene que se rían de mí.
Más les vale irse a lavar la cara.
Irse a lavar las manos.
Irse a lavar los ojos.
Irse a lavar la entrepierna.
Irse a lavar los escondidos y perversos
pensamientos.
Esos que desean flagelar a infantes
inocentes.
Y no crean que todas las advertencias ya
fueron hechas.
Decidí dejar lo mejor para los próximos
años.
Tampoco crean que represento a toda la
mugre.
Al lado de la verdadera mugre yo soy
purísimo.
Éjale. Uíjale.
Mientras, afuera, el cartonero rompe las
bolsas de basura.
Él si sabe de lo que hablo.
Agüaite paisano.
Ciento cincuenta mil golpes dentro de una
placenta
No definen a una mala madre.
Eso define a un mal hijo.
Y eso último es muy cierto.
Tiquitiquití, tiquitiquití.
Cabeza de alcornoque. Cara de
chicuacualote.
Cuando deliro no me gusta que me critiquen.
Éjale. Uíjale.
¿Hasta cuando patearemos las entrañas de
nuestra líquida casa?
Yo creo que estamos más rayados que una
cebra insolada.
Yo creo que todos somos puros diablos.
Uíjale.
¡Si el supuesto hombre más bondadoso del
mundo carga en sus hombros veinte mil kilos de piedras preciosas!
Porquería.
Zapatería.
Sastrería.
Vamos parchando la existencia aniquilada.
Yo necesito un bólido full equipo.
Los brujos megalomaníacos controlan todo.
Y la gente no termina de darse cuenta.
Santa maquinación Batman.
¿Y qué cresta le pasó a superman?
No sé, cuando fui un remolino no me
importaba nada.
Nada en absoluto.
Ahora tengo ganas de salvarlos a todos.
Y eso que todos son puros diablos.
Y eso que yo soy el peor genocida.
¡Ya se las está creyendo todas!
¿O está inventando un cuentito?
¡No, es todo real! Más real que un grito.
Compatriotas, háganse partícipes de la
encuesta:
¿Somos o no somos humanos?
¿O somos puros dientes y uñas?
¿Puro sexo niña?
¿Puro deseo y falta de sentido?
Sufragio a sufragio vamos creciendo.
El comité de recuento de votos es 100%
confiable.
No hay preferencias.
Yo no pretendo enterrar nada.
Soy presidente del club pero no soborno a
nadie.
Y les aseguro que no miento.
Mis inclinaciones suicidas acaban de
dormirse.
Incluso, repito, yo quiero salvarlos a
todos.
Me cargan los ovnis.
Me cargan las profecías.
Me cargan las catástrofes.
Me cargan los insectos gigantes.
Me cargan los dictadores.
¿Qué mejor que aceptar de un día y para
siempre mi cuerpo–alma?
¿Por qué ser un vacío de intrigas?
El asunto es desenmascarar a las bebidas de
fantasía.
El asunto es sacar al conejo del sombrero.
Éjale. Uíjale.
El asunto es desparramar la champaña sobre
toda la gente.
Porque nadie es más carne y hueso que otro.
Santo el padre, santo el hijo, santo el
espíritu santo.
Santo el santo.
Santo el recién nacido.
Santos los caminos.
Santo el viejo arrepentido.
Lo mejor de todo sería presentar una buena
propuesta.
Santo remedio Batman.
Y aquí me voy despidiendo.
Mañana, como prometí, renegaré de toda esta
maraña.
Y no debería irme, lo sé.
Mal que mal aún no tengo nada resuelto.
De hecho las cosas están borrosas y adoptan
formas asquerosas.
Pero qué le vamos a hacer.
No todas las suciedades conducen a Roma.
Tanta duda.
Tanta puna.
Tanta funa.
Tanta cuna.
Y mis problemas son tan insignificantes.
Y la situación general es tan
incontrolable.
Y se ve tan insalvable.
Ciento
cincuenta mil puñetazos contra la muralla
No
definen a un loco.
Eso define a una paralizante locura.
La locura general y necia.
Y eso último es muy cierto.
Y cierto es que una planta necesita algo más que agua.
Y si no es así, ¿entonces qué cresta le
pasó al pelado?
¿Por qué prefirió pasar a la dimensión de
al lado?
¿Qué infamia lo asustó tanto?
Mejor le busco otro baso a mi ácida saliva.
Y a mis
anti–positivos pensamientos.
Y a mi condicionado ocio.
Y no crean que algún día me
responsabilizaré por mis palabras.
En eso estoy clarito:
Yo no escribí todo esto.
Santa cobardía Batman.